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Wi-Fi en Linux

Los diseñadores tuvieron que pasar del papel al pixel, los mecánicos cada día se topan con nuevos motores y los políticos, con opositores cada vez más fuertes. En tecnología, lo nuevo también da miedo. Y a día de hoy, a nivel ‘popular’ lo nuevo es la tecnología sin cables de acceso a Internet.

Algunos de vosotros me habéis trasladado la duda sobre si una vez instalado Linux podréis volver a usar el Wi-Fi. Tranquilos/as.

Una conexión Wi-Fi está formada de dos ‘cacharros’: un aparato que transforma la conexión a la Red en ondas invisibles que lanza al aire y una tarjeta inalámbrica en nuestro PC que capta esa conexión y/o aquellas que estén a su alcance. El router inalámbrico es un componente independiente de cualquier plataforma (Win, Mac o Linux). Por decirlo de alguna manera, es un aparato como tal. Su configuración, vía navegador, le indica al router de qué módem va a recibir la señal (vía MAC) y con qué proveedor va a trabajar (Host). Por tanto, instalemos el sistema operativo que instalemos, el router no se va a desconfigurar (lo que sí ocurriría, por ejemplo, si nos cambiáramos de proveedor o de módem).

Lo que sí puede ser más peliagudo es el reconocimiento de tarjetas inalámbricas. Tenemos dos opciones:

1º) Antes de instalar Linux buscar en compatiblelinux.org y salir de dudas sobre su compatibilidad.

2º) Si no funciona, decantarnos por una inalámbrica (ver imagen arriba) como la mía (Asus WL-107G, 22 euros), de las pocas que en la caja indica su amistad con el pingüino.

Ya tenemos router y tarjeta funcionando. ¿Y ahora qué? Si disfrutáis con Ubuntu, tenemos que ir a Sistema / Administración / Red. Metemos contraseña Root. En Conexión Inalámbrica, la activamos. Si la tenemos protegida, metemos la clave en Configuración Inalámbrica. En Configuración de Conexión, elegimos casi siempre DHCP. Aceptamos. Ahora, en el menú Dispositivo puesta de enlace predeterminado elegimos la nueva conexión (la mía es Ra0), aceptamos y reiniciamos el PC.

Ahora tendríais que navegar sin cables.